Depuracion otoñal
Hoy vamos a explicar cómo hacer una depuración de nuestro organismo para prepararlo para el clima del otoño-invierno que nos viene por delante.
Hay que comenzar diciendo, que en cualquier depuración es básico el consumo de agua. Al menos de 1,5 litros/día. Recalcar que debe ser agua y no café, refrescos, zumos, etc…
El otoño nos trae frutas como uvas, ciruelas y peras que estimulan el intestino; cítricos, como el pomelo, altamente depurador y rico en vitamina C, o manzanas, que eliminan tóxicos del hígado y ayudan a disolver el colesterol. En cuanto a las verduras ocurre exactamente lo mismo: apio, puerros y cebollas estimulan el sistema renal para que elimine líquidos arrastrando así elementos nocivos que se eliminarán por la orina, y berenjenas, que ayudan al buen funcionamiento del hígado y facilitan el vaciado de la vesícula biliar. La lista podría alargarse considerablemente porque la naturaleza es generosa a la hora de echarnos una mano; sólo a nosotros nos corresponde aceptarla y aprovecharla o no.
El otoño es un tiempo en el que es el momento de mirar hacia adentro con el objetivo de restablecer el equilibrio físico-mental liberando a nuestro cuerpo de la carga tóxica a la que está sometido, no solo por la alimentación sino también por factores ambientales y por el ritmo de vida ajetreado y competitivo al que nos enfrentamos constantemente. Es por ello que esta época del año resulta ideal para imponerse una mínima disciplina que nos impulse a seguir una dieta depurativa por el espacio de tiempo necesario adaptado a cada caso.
Plantéate al menos un fin de semana, comiendo abundante fruta y verdura. Aprovecha las que son propias de la estación. En la mañana opta por las frutas, tanto masticadas como en zumo. Aprovecha la uva, que ahora se está recogiendo y que es un excelente tónico para los pulmones y el intestino grueso. En la tarde opta por caldos de verdura que incluyan apio, ajo y perejil. Infusiones de bardana, consuelda, raíz de regaliz, corteza de cerezo, entre otros, que puedes tomar a pequeñas dosis pero de manera constante.
Todo ello sin olvidar que desde el plano psico-emocional nos vemos afectados por la reducción de horas de luz solar, así como por la llegada del frío, la lluvia y la humedad. En lugar de lamentarse con añoranza de lo bien que lo hayamos podido pasar en vacaciones, puede resultar un buen recurso para nuestra mente buscar lo positivo de la interiorización o del sonido de la lluvia al golpear los cristales. Simplemente, fijarse en los cambios que experimenta la naturaleza en su preparación para el invierno puede servirnos de motivación para una vez más, como cada año, y desde que el mundo es mundo, adaptarnos a los ciclos naturales.
Espero que os haya gustado y os sirva de utilidad este consejo de hoy. Un saludo para todos.
Luis Miguel Lara.
Osteópata.
Centro Técnicas Manuales, Naturales y Quiromasaje.
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